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Nutricionista Natalia Rossel

Efecto rebote, ¿Por qué ocurre?



¿Qué es?


Se le llama efecto rebote a cuando después de finalizada cierta “dieta” o tipo de alimentación recuperamos el peso perdido o hasta el doble de ese peso.


¿Por qué ocurre el efecto rebote?

Debido a que, cuando realizamos dietas extremadamente restrictivas y bajas en calorías, bajamos rápido de peso, pero, la mayoría será de músculo o de agua.


Al perder músculo, perdemos nuestra masa metabólicamente activa, por consecuencia, disminuye nuestro metabolismo, y así, al volver a comer con normalidad, volveremos a recuperar nuestro peso y hasta es probable que aumentemos aún más. Además, al preocuparnos solo de restringir, olvidamos lo más importante que es ingerir los nutrientes que nuestro cuerpo necesita, para funcionar correctamente. Cuando al cuerpo le faltan nutrientes, como medida para sobrevivir, va a enviar señales de antojos, que la mayoría de las veces serán de alimentos calóricos, como la comida chatarra o los alimentos altos en azúcares que nos otorgan energía a corto plazo, no es que sea falta de fuerza de voluntad, es que estamos peleando con las propias señales que nuestro organismo envía para sobrevivir, por estar mucho tiempo en déficit calórico.


El cuerpo es muy sabio y se adaptará a esta baja ingesta para sobrevivir, de aquí viene cuando el peso se “estanca”, y después al retomar los hábitos de alimentación aparece el efecto rebote.


Por restringir algún nutriente, como, por ejemplo, los carbohidratos. Los carbohidratos se encargan de retener líquido, por ende, cuando dejamos estos, sí, bajamos de peso, pero principalmente agua, que luego se recupera de forma inmediata. Por otro lado, desde el punto de vista evolutivo, el organismo está diseñado para ahorrar energía, concepto conocido como el “fenotipo ahorrador”, gracias a esta adaptación es que nuestros antepasados pudieron sobrevivir a la poca accesibilidad y disponibilidad de alimentos, incluso a hambrunas, muy diferente a la actualidad en la cual hay un exceso de alimentos disponibles y muy poca necesidad de éstos por el sedentarismo.


En otras palabras, gracias a los tiempos de hambrunas anteriores, estamos programados para acumular energía en forma de grasa y así obtenerla cuando hubiese escases o ausencia de alimentos.


Por lo tanto, siguiendo las consecuencias del “fenotipo ahorrador”, las dietas restrictivas van a fomentar esta práctica de ahorro energético, disminuyendo el metabolismo para gastar lo menos posible y al comer algo en pequeñas cantidades estas serán aprovechadas y ocupadas al máximo para obtener energía suficiente, ya que el cuerpo no sabe cuándo volveremos a comer, entonces tiene que ser eficiente y buscar la sobrevivencia. Debido a todo lo anterior, es muy importante que la alimentación que adaptemos sea sostenible en el tiempo, que no sea una dieta específica, si no que cambios paulatinos y progresivos de hábitos de alimentación y de vida, ingresar a nuestro organismo los nutrientes necesarios para que este goce de una buena salud, funcione correctamente y por consecuencia el peso corporal llegará a niveles adecuados y normales. Así nos aseguramos que los cambios serán resultados duraderos y verdaderos.

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