La obesidad es considerada como uno de los problemas de salud más importantes debido al creciente aumento en las cifras de ésta en las últimas décadas. La gravedad de ésta no solo se debe a un tema estético, sino más bien, porque aumenta el riesgo de padecer otras enfermedades complejas como la diabetes, osteoartritis, algunos tipos de cáncer y enfermedades cardiovasculares.
En el mes del corazón y siendo el sobrepeso y obesidad uno de los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares, hablaremos de ésta desde la psicología y sobre la importancia de su enfoque desde un punto de vista multidisciplinario.
La obesidad es una enfermedad crónica en la cual intervienen múltiples factores: genéticos, metabólicos, conductuales, psicológicos. Lo que sin dudad también ha contribuido al aumento en las cifras de ésta, son factores ambientales como la alta oferta de alimentos de alto contenido calórico, aumento de grasas y azúcares refinados en la dieta, sumado a esto, el sedentarismo.
Factores psicológicos y conductuales que pueden causar el sobrepeso y obesidad:
Emociones como la ansiedad puede llevar a comer de manera compulsiva.
La tristeza y depresión puede llevar a comer como una manera de compensarla.
La impulsividad como una dificultad para controlar la ingesta de alimentos.
Experiencias traumáticas.
Adicción a las comidas. Se ha visto que los alimentos que contienen azúcares pueden producir adicciones ya que elevan la producción de dopamina, la cual a su vez, regula el placer; llevando a repetir la experiencia de comer para producir un estado placentero.
La desorganización en el estilo de vida y la adopción de hábitos poco saludables, como por ejemplo, saltarse comidas como el desayuno, no tener horarios de alimentación fijos, comer en la cama o viendo la televisión, sumado a la poca actividad física.
Una de las características de muchas personas obesas, es la dificultad para identificar y expresar emociones, llevando a comer en exceso como una estrategia para poder manejarlas. Se ha visto que muchas veces, los padres recurren a la comida para atenuar el malestar emocional de sus hijos. Por ejemplo, ante una pena o una rabieta, se les da dulce para calmarlos. Lo que va pasando, es que el niño inconscientemente va incorporando que comer es un medio para sentirse mejor, y esto se establece como un hábito. Así se convierten en personas que comen cuando se sienten mal, sin poder identificar si ese sentirse mal es ansiedad, tristeza, rabia, culpa, etc.
Por otra parte, desde el punto de vista psicológico, se producen dos problemas en relación al sobrepeso y obesidad. Los factores primarios (descritos más arriba) que causan obesidad; y los factores secundarios, aquellos que repercuten e impactan a las personan producto del sobrepeso y obesidad, como por ejemplo, la autoestima, conductas de evitación social, introversión, sentimientos de vergüenza y culpa entre otros, que hacen que se cronifique el problema de la obesidad.
Cirugía y cambio conductual
Se ha visto que las cirugías para tratar la obesidad son útiles para disminuir los riesgos de padecer otras enfermedades complejas asociadas a ésta; sin embargo, deben realizarse como última instancia y acompañada de psicoterapia para trabajar las dificultades emocionales y conductuales de base que puedan estar incidiendo en el sobrepeso y obesidad. Si no hay un trabajo de las dificultades emocionales y un cambio conductual y de hábitos de vida, los pacientes con cirugía pueden recaer.
Como podemos ver, el aspecto psicológico emocional es uno de los factores relevantes dentro de las causas de la obesidad, el cual no puede ser dejado de lado a la hora de diagnosticar sus causas y abordar su tratamiento.
Cómo combatir el hambre emocional
Finalmente algunos consejos que pueden ayudar a prevenir el hambre emocional:
Analizar si realmente se está físicamente hambriento prestando atención a las señales que nos da el cuerpo como sentirse con poca energía, fatiga y ruidos en el estómago.
Estar consciente de nuestro estado mental. Ese hambre que se siente es realmente hambre o es una necesidad de búsqueda de placer. ¿estamos ansiosos, aburridos, tristes, enojados?
Llevar un diario para registrar lo que se come y cuando se come. Muchas veces el hambre nace de manera automática, sin que nos demos cuenta. El diario resulta útil ya que nos permite encontrar algún patrón y entender nuestro comportamiento.
Tratar de seguir una rutina de alimentación cumpliendo horarios. La desorganización y el desorden en la alimentación, por ejemplo, al dejar pasar mucho tiempo entre una comida y otra, hace que después enfrentemos la siguiente comida con más hambre y se tiende a comer mayor cantidad.
Respirar profundamente cerrando los ojos y haciendo 10 respiraciones profundas y lentas. Esto engaña al cuerpo haciéndole creer que se está a punto de dormir, relajándolo y liberándolo del hambre emocional.